En los poemas de Camila Peña el cuerpo atraviesa un viaje de vuelta a su estado germinal; la palabra escarba en la memoria hacia un descubrimiento de lo sagrado. La vida que ebulle en el fondo de todo lo natural, el gesto que da nacimiento al lenguaje, la pequeñez del ser en el mar del absoluto son los paisajes que dibuja la poeta en estos fragmentos de ‘Erma’, su segundo poemario.
Fotografía por David Pinto.
Desde el material transparente se miran, la mujer pasea sus dedos por la membrana, la gárgola intenta destrozarla con sus garras, salir del capullo. Cuelgan del recuerdo de un árbol. Sus cunas están hechas de saliva de dios, de lo que sale de un cuerpo cuando muere. Se miran: intentan alcanzarse. Al nacer olvidarán sus rostros, se reconocerán por primera vez.
Sobre la destrucción de sus primeras alas se fundará el mito:
el origen tortuoso, el vientre de la madre-memoria.
[Un mito: quien entra al agua busca una representación y encuentra su ser devuelto en partes limpias]
[Las gárgolas no conocen la forma del agua, les enseñan a pensar
en rojo] [La única herencia es el desconocimiento: ella mira los pétalos de
fuego] [La novia es un sustituto del hambre]
[No sabe caminar hacia adentro]
[Solo una mariposa blanca]
Su obsesión con el agua inició en la infancia. En tragar lágrimas de un mundo que no había elegido. Sostenerse es la metáfora engañosa de la herencia. Me sostiene la dureza del anhelo de otro.
Las lágrimas son el único gesto libre.
[¿Cómo contar lo inverosímil?]
[Decir blanco y quedar de luto, sin otro destino que la ceniza fresca]
Comprender un paisaje interior
es transformar los signos en gestos
y los gestos en instantes que acontecen.
La primera vez que conoce el fuego: nada más es el ser.
[Para cambiar es necesario conjurar, interponerse a un tiempo estático, romper
sus fragmentos.
Alimentarse de ritos celestes]
Digo:
amor – basalto – concha
Digo:
fuego – reflejo – tiempo
Digo:
lava – gesto – placer
Acontece el silencio, que no es poco.
Intento interpretar, romper los límites que designan los nombres.
[Mirar la roca hasta escucharla
latir]
¿Quién es el otro?
El anhelo de calidez solar.
¿Quién es el otro?
Un deseo de la circunstancia.
¿Quién es el otro?
La incapacidad de reconocerse.
¿Quién es el otro?
Una especie de liberación.
Los paisajes se abren desde sentimientos oceánicos, con la sal en el cuerpo en mayor medida.
[Sumergirse,
una representación del tiempo que no se parece a nada]
Pensar en la adoración implícita. En los seres diminutos, en los seres enormes, en sus quejidos oscuros, en su inmensidad.¿Qué queda de mí al encontrar el nombre definitivo? Tocar las conchas de mar. No poseer nada. Solo la escucha.
Cada sonido sagrado.
Camila Peña (Cuenca, Ecuador, 1995). Máster en Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura. Ganadora del II Premio de Poesía Hispanoamericana Francisco Ruiz Udiel con el poemario Jardín transparente, publicado en Valparaíso Ediciones (2021), traducido al inglés por la sede estadounidense de la misma editorial (2022) y presentado en la Universidad de Virginia. Publicó su segundo poemario Erma junto a La Caída Editorial en (2022). Ha participado en festivales nacionales e internacionales.
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